Gastón Fernando Deligne & Salomé Ureña

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Tres poemas importantes de la colección de Salomé Ureña...

Tristezas
 
       A mi esposo ausente

 
   Nuestro dulce primogénito,
que sabe sentir y amar,
con tu recuerdo perenne
viene mi pena a aumentar.
 
   Fijo en ti su pensamiento,
no te abandona jamás:
sueña contigo, y despierto
habla de ti nada más.
 
   Anoche, cuando, de hinojos,
con su voz angelical
deijo las santas palabras
de su oración nocturnal;
 
    cuando allí junto a su lecho
senteme amante a velar,
esperando que sus ojos
viniese el sueño a cerrar,
 
    incorporándose inquieto,
cual presa de intenso afán,
con ese acento que al labio
las penas tan sólo dan,
 
exclamó como inspirado:
"¿Tú no te acuerdas, mamá?"
El sol, qué bonito era
cuando estaba aquí papá!"
 
                           1888.

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Pobre niño
 
       En la muerte de José María
       Pichardo Patín, discípulo de
       Hostos.
 

Ayer no más, al beso
de maternal ternura peregrina,
la vida te sonrió con embeleso,
dejando un rayo de la luz divina
sobre tu frente impreso.
 
Al verte, los que alzamos
el pendón sacrosanto de los buenos,
los que la fe del porvenir guardamos,
en ti, gozosos, de entusiasmo llenos,
un lidiador miramos.
 
Y ay! el dolor se avanza,
se interpone a tu paso en el camino,
desfalleces al golpe que te alcanza,
y al peso abrumador de tu destino
se extingue de la Patria una esperanza.
 
                                           1886.

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¿Qué es Patria?
 
   ¿Qué es Patria? ¿Sabes acaso
lo que preguntas, mi amor?
Todo un mundo se despierta
en mi espíritu a esa voz.
 
   Todo un mundo de recuerdos
que han dejado en mi interior
esperanzas que no mueren
en la fe del corazón.
 
  ¿Qué es Patria? De tu inocencia
al purísimo candor
para hablarle de la Patria
no halla el labio una expresión.
 
  En mis ojos arder siento
de una lágrima el calor,
meditando lo que ansías
avanzar a tu razón:
 
  que tan solo tres abriles
a tu frente dan su albor,
y te mueve ya ese nombre
a curiosa indagación;
 
  ese nombre que mis cantos
en el céfiro veloz
suspirando siempre llevan
con los ecos de mi amor.
 
  Mas es fuerza que te diga
de la Patria alguna voz;
que te diga cuanto en ella
tu niñez cautiva hoy.
 
  Este hogar, donde inocente,
de tus padres al calor,
juegas tú con tus hermanos
en gozosa animación;
 
  esos campos donde ufano
del insecto vas en pos,
donde charlas y sonríes
con el pájaro y la flor;
 
  esas nubes de oro y grana
de bellísimo color
que tu júbilo alborozan
cuando el alba anuncia el sol;
 
  esos astros que arrebatan
tu infantil admiración;
ese mar que te amedrenta
con su acento atronador,
 
  son halagos y rumores
y reflejos y alma y voz
de esa Patria cuya idea
se anticipa a tu razón.
 
  Y mañana serán ellos,
que tu vida llenan hoy,
los recuerdos inefables
de la Patria y de su amor.
 
                             1887.
 

Poetas que marcaron la historia de la poesía dominicana...